Cita textual comentada
“En estos momentos de
fuerte ataque a las escuelas públicas y a la educación comprensiva, algo que se
escucha con demasiada frecuencia es que, si ciertos chicos y chicas no quieren
estudiar, no tenemos por qué forzarlos, que no debemos frenar el ritmo de
aprendizaje de los más inteligentes. En
el fondo lo que no se quiere reconocer es que, desde sus ideas corporativistas,
si todas las personas adquieren una misma titulación, por ejemplo el
certificado de haber cursado, como ejemplo, la educación secundaria, a partir
de ese momento este título no se puede emplear como mérito para solicitar un
puesto de trabajo; estaríamos ante una certificación totalmente devaluada en el
mercado” (Jurjo, 2001) p. 81
Lo que se
comprende en este apartado es que si todos los jóvenes tienen como obligatoria
la educación hasta el nivel preparatoria, los más calificados o “aptos” para
ocupar altos puestos empresariales o en cualquier otro ámbito, serán los que tengas maestrías o doctorado,
hecho muy relevante cuando se habla de jóvenes emanados de la escuela pública,
con desigualdad en su preparación, tanto en habilidades técnicas como
cognitivas; lo que no ocurre con los egresados de colegios privados, ya que desde lo más
elemental sus clase estaban diseñadas con idiomas extras o con habilidades
tecnológicas variadas, además de contar con sistemas de intercambio entre los
países a los cuales están afiliados dichos planteles. La superioridad educativa
está presente en los colegios privados y los egresados del sector público,
deberán esforzarse en un porcentaje mayoritario para lograr salir adelante en
alguna maestría o doctorado, muy escasos serán los alumnos que logren emanciparse
del “sistema” para hacer suya una educación superior, y aún después, para lograr posicionarse en un
empleo adecuado a sus expectativas y visión.
Se nota hasta
aquí que los obreros en ese futuro deberán tener un certificado de nivel medio
superior, “menos no es meritorio”, lo cual dará como resultado lo que
actualmente se vive en México, subempleo y jornaleros, que tienden a aceptar
–lo que sea- de empleo para llevar un mísero salario a casa, después de
jornadas agotadoras de trabajo.
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