jueves, 19 de septiembre de 2013

LA PRIVATIZACIÓN DEL SISTEMA EDUCATIVO

Cita textual comentada 

“En estos momentos de fuerte ataque a las escuelas públicas y a la educación comprensiva, algo que se escucha con demasiada frecuencia es que, si ciertos chicos y chicas no quieren estudiar, no tenemos por qué forzarlos, que no debemos frenar el ritmo de aprendizaje de los más inteligentes.  En el fondo lo que no se quiere reconocer es que, desde sus ideas corporativistas, si todas las personas adquieren una misma titulación, por ejemplo el certificado de haber cursado, como ejemplo, la educación secundaria, a partir de ese momento este título no se puede emplear como mérito para solicitar un puesto de trabajo; estaríamos ante una certificación totalmente devaluada en el mercado”  (Jurjo, 2001) p. 81

Lo que se comprende en este apartado es que si todos los jóvenes tienen como obligatoria la educación hasta el nivel preparatoria, los más calificados o “aptos” para ocupar altos puestos empresariales o en cualquier otro ámbito,  serán los que tengas maestrías o doctorado, hecho muy relevante cuando se habla de jóvenes emanados de la escuela pública, con desigualdad en su preparación, tanto en habilidades técnicas como cognitivas; lo que no ocurre con los egresados de  colegios privados, ya que desde lo más elemental sus clase estaban diseñadas con idiomas extras o con habilidades tecnológicas variadas, además de contar con sistemas de intercambio entre los países a los cuales están afiliados dichos planteles. La superioridad educativa está presente en los colegios privados y los egresados del sector público, deberán esforzarse en un porcentaje mayoritario para lograr salir adelante en alguna maestría o doctorado, muy escasos serán los alumnos que logren emanciparse del “sistema” para hacer suya una educación superior,  y aún después, para lograr posicionarse en un empleo adecuado a sus expectativas y visión.

Se nota hasta aquí que los obreros en ese futuro deberán tener un certificado de nivel medio superior, “menos no es meritorio”, lo cual dará como resultado lo que actualmente se vive en México, subempleo y jornaleros, que tienden a aceptar –lo que sea- de empleo para llevar un mísero salario a casa, después de jornadas agotadoras de trabajo.

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