Leer
y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario
Delia
Lerner
Leer y
escribir, función esencial de la escolaridad obligatoria.
Enseñar a
leer y escribir es un desafío que trasciende ampliamente la alfabetización en
sentido estricto.
El desafío
que hoy enfrenta la escuela es el de incorporar a todos los alumnos a la
cultura de lo escrito, es el de lograr que todos sus ex-alumnos lleguen a ser
miembros plenos de la comunidad de lectores y escritores.
Para
concretar el propósito de formar a todos los alumnos como practicantes de la
cultura escrita, es necesario reconceptualizar el objeto de enseñanza, es
necesario construirlo tomando como referencia fundamental las prácticas
sociales de lectura y escritura.
Lo
necesario es hacer de la escuela una comunidad de escritores que producen sus propios
textos para dar a conocer sus ideas, para informar sobre hechos que los destinatarios
necesitan o deben conocer, para incitar a sus lectores a emprender acciones que
consideran valiosas, para convencerlos de la validez de los puntos de vista o
las propuestas que intentan promover, para protestar o reclamar, para compartir
con los demás una bella frase o un buen escrito, a para intrigar o hacer reír...
Lo
necesario es hacer de la escuela un ámbito donde lectura y escritura sean
prácticas vivas y vitales, donde leer y escribir sean instrumentos poderosos
que permiten repensar el mundo y reorganizar el propio pensamiento, donde
interpretar y producir textos sean derechos que es legítimo ejercer y responsabilidades
que es necesario asumir.
Finalmente, es
posible crear un nuevo equilibrio entre la enseñanza y el control, intentando
evitar que éste prevalezca sobre aquella, Cuando hay que elegir entre lo que es
necesario para que los niños aprendan lo que es necesario para controlar el aprendizaje,
parece imprescindible optar por el aprendizaje.
Se trata de abrir
espacios para que los alumnos, además de leer profundamente ciertos textos,
puedan leer otros muchos -puedan llevar a cabo en la escuela esa práctica
extensiva de la lectura que caracteriza a nuestra época saturada de
información; se trata de dar un lugar importante a la lectura para sí mismo,
aunque no sea posible para el maestro evaluar la comprensión de todo lo que han
leído; se trata también de compartir la función evaluadora, brindando a los
alumnos oportunidades de auto controlar lo que están comprendiendo al leer y de
generar estrategias para leer cada vez mejor, aunque esto haga más difícil
conocer los aciertos o errores producidos en su primera lectura; se trata de
delegar (provisoriamente) en los niños la responsabilidad de revisar sus escritos,
permitiendo así que se enfrenten con problemas de escritura que no podrían descubrir
si el rol de corrector fuera asumido siempre por el docente...
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