Que para desarrollar esta teoría
descriptiva como teoría sin más, es decir, para comprender con mayor
profundidad los mecanismos del Estado y su funcionamiento, se hace
indispensable añadir algo a la
definición clásica del Estado como aparato de Estado.
Lo esencial de la teoría marxista del Estado
Comencemos por precisar un punto importante: el
Estado (y su existencia dentro de su propio aparato) sólo tiene sentido en
función del poder de Estado. Toda la
lucha de clases política gira en torno al Estado. Entendámonos, en torno a la detentación, es decir a la toma y conservación, del poder de Estado por
una determinada clase o por una alianza de clases o de fracciones de clases.
Por consiguiente, esta primera precisión nos obliga a distinguir entre, de una
parte, el poder de Estado (su conservación o toma), objetivo de la lucha de
clases, y de otra, el aparato de Estado.
Sabemos muy bien que el aparato de Estado puede
permanecer inmutable ante eventos políticos que afectan a la detentación del poder de Estado, como lo
prueban las "revoluciones" burguesas del siglo XIX en Francia (1830,
1848), o los golpes de Estado (el 2 de diciembre, mayo 1958), o los
hundimientos del Estado (caída del Imperio en 1870, caída de la III República en
1940), o la ascensión política de la pequeña burguesía (1890-95, en el caso de
Francia), etc.
Incluso después de una revolución social como la que
se dio en Rusia en 1917, buena parte del aparato de Estado permaneció
inmodificado y en su lugar a pesar de que el poder del Estado pasara a manos de
la alianza constituida por el proletariado y los campesinos pobres. El propio
Lenin lo recalcó una y otra vez.
Puede decirse que esta distinción entre poder de
Estado y aparato de Estado forma parte de la "teoría marxista" del
Estado de un modo explícito desde El 18
Brumario y La lucha de clases en
Francia, de Marx.
Por consiguiente, desde este punto de vista lo que nosotros quisiéramos añadir a la
"teoría marxista" del Estado ya figura explícitamente en ella con
todas sus letras. Sin embargo, creemos que esta teoría, aun completada de tal
guisa, sigue siendo parcialmente descriptiva, aunque ahora ya incorpora
elementos complejos y diferenciadores cuyo funcionamiento y papel específicos
no pueden comprenderse sin recurrir a una profundización teórica suplementaria.
Los aparatos ideológicos de Estado
Por tanto, lo que debe añadirse a la "teoría
marxista" del Estado es otra cosa. Llegados a este punto debemos
adentrarnos con prudencia en un terreno que, si bien los clásicos marxistas lo
han pisado tiempo ha, lo han hecho sin sistematizar teóricamente los progresos
conseguidos con su trabajo y experiencia. De hecho, sus experiencias y
gestiones han quedado circunscritas, por encima de todo al terreno de la
práctica política.
Los clásicos del marxismo han tratado factualmente,
es decir, en su práctica política,
al Estado como una realidad más compleja que la que nos delimita la definición
que de él se da en la "teoría marxista del Estado", incluso
completada del modo en que acabamos de hacerlo. Han reconocido dicha
complejidad en su práctica, pero no la han expuesto mediante una teoría correspondiente.
Quisiéramos intentar esbozar de forma muy
esquemática esta teoría. Para ello, proponemos la siguiente tesis:
Para hacer progresar la teoría del Estado es
indispensable tomar en cuenta, no sólo la distinción entre poder de Estado y aparato de Estado, sino también otra realidad,
que se halla de forma manifiesta al lado del aparato (represivo) de Estado pero
que no se confunde con él. Designaremos esta realidad por su concepto: los aparatos
ideológicos de Estado.
¿Qué son los
aparatos ideológicos de Estado (AIE)?
En modo alguno cabe confundirlos con el aparato
(represivo) de Estado. Recordemos que en la teoría marxista el Aparato de
Estado (AE) comprende el gobierno, la administración, el ejército, la policía,
los tribunales, las prisiones, etc., cuyo conjunto constituye lo que de ahora
en adelante denominaremos Aparato Represivo de Estado. Con el adjetivo
represivo se pretende indicar que el aparato de Estado en cuestión
"funciona mediante la violencia", al menos en última instancia,
puesto que, por ejemplo, la represión administrativa puede revestir formas de
coacción no físicas.
Designamos por aparatos ideológicos de Estado un
cierto número de realidades que se le ofrecen al observador inmediato bajo la
forma de instituciones diferenciadas y especializadas. Proponemos una lista
empírica de tales aparatos que, naturalmente, deberá examinarse en detalle,
someterse a prueba, rectificarse y recomponerse. Así pues, con todas las
reservas expuestas, podemos por el momento considerar como Aparatos Ideológicos
de Estado las siguientes instituciones (el orden en que las enumeramos no tiene
significación particular alguna):
el AIE religioso (el sistema de las diferentes
iglesias);
el AIE escolar (el sistema de las diferentes
"escuelas”, públicas y privadas);
el AIE familiar;
el AIE jurídico;
el AIE político (el sistema político, con los
diferentes partidos);
el AIE sindical;
el AIE de la información (prensa, radio, televisión,
etc.);
el AIE cultural (letras, bellas artes, deportes,
etc.).
Hemos señalado que Ios AIE no se confunden con el
aparato (represivo) de Estado. ¿Dónde reside su diferencia?
En primer lugar, es inmediato observar que si bien
existe un aparato (represivo) de Estado hay, en cambio, una pluralidad de
aparatos ideológicos de Estado. Suponiendo que exista, la unidad que conforma
toda esta pluralidad de AlE, en un sólo
cuerpo no es en modo alguno inmediatamente visible.
En segundo lugar, podemos constatar que mientras el
aparato (represivo) de Estado, unificado, pertenece por entero al dominio público, la mayor parte de los aparatos
ideológicos de Estado quo acabamos de citar (aun teniendo en cuenta su aparente
dispersión) se mueven por el contrario dentro del dominio privado. Privadas son las iglesias, los partidos, los sindicatos,
las familias, algunas escuelas, la mayor parte de los periódicos, de los
centros culturales, etc.
Por el momento, dejemos a un lado nuestra primera
observación. Con todo, es inmediato preguntarnos ante la segunda, con qué
derecho podemos considerar como aparatos ideológicos de Estado instituciones
que, en su mayoría, no poseen ningún carácter público, sino que sencillamente
son instituciones privadas. Gramsci,
como, consciente marxista que era, dio respuesta a esta hipotética objeción en
pocas palabras. La distinción entre público y privado es inherente al derecho
burgués, válida por tanto en aquellos dominios (subordinados) en los que
ejercen sus "poderes". El dominio del Estado se le escapa, pues el
Estado está "más allá del Derecho". El Estado, que es el Estado de la clase dominante, no es ni público
ni privado; por el contrario, es la condición de toda distinción entre público
y privado. Lo mismo podemos afirmar partiendo ahora de nuestros aparatos
ideológicos de Estado. Poco importa si las instituciones que les dan vida son
"públicas" o "privadas"; lo que importa es su
funcionamiento. Las instituciones privadas pueden perfectamente
"funcionar" como aparatos ideológicos de Estado, y para demostrarlo
bastaría con analizar un poco a fondo cualquiera de los AIE.
Pero vayamos a lo esencial. Lo que distingue los AlE del aparato (represivo) de Estado es
la siguiente diferencia fundamental: el aparato represivo de Estado
"funciona mediante la violencia", mientras que los aparatos
ideológicos de Estado funcionan mediante la ideología.
Todavía podemos precisar más corrigiendo esta
distinción. En efecto, diremos que todo aparato de Estado, sea represivo o
ideológico, "funciona" a la vez mediante la violencia y la ideología,
pero con
una diferencia fundamental que impide confundir los
aparatos ideológicos del Estado con el aparato (represivo) de Estado. Tal
diferencia reside en que el aparato (represivo) de Estado funciona masiva y
predominantemente mediante la represión (incluida la represión física), aunque
secundariamente también funcione a través de la ideología. (No existe ningún
aparato puramente represivo). Ejemplos: el ejército y la policía funcionan
también mediante la ideología, tanto para asegurar su propia cohesión y
reproducción como por los "valores" que proponen al mundo
circundante.
Similarmente, pero a la inversa, puede decirse que
los aparatos ideológicos de Estado funcionan masiva y predominantemente mediante la ideología, pero
secundariamente también lo hacen mediante la represión, aunque ésta sólo
aparezca en última instancia, muy en última instancia, y de forma atenuada,
disimulada, casi simbólica. (No existe ningún aparato puramente ideológico).
Así, las escuelas y las iglesias "adiestran" mediante métodos
apropiados (sanciones, exclusiones, selección, etc.) no sólo a sus oficiantes,
sino también a sus feligreses. Así, la familia... Así, el AIE cultural (la
censura, por citar un caso palmario), etc.
¿Es preciso insistir en que esta determinación del
doble "funcionamiento" (de forma predominante, de forma secundaria)
mediante la represión y la ideología, según
se trate del aparato (represivo) de Estado o de los aparatos ideológicos de
Estado, permite comprender que constantemente se estén tejiendo las más sutiles
combinaciones, explícitas o tácitas, entre los respectivos papeles del aparato
(represivo) de Estado y los aparatos ideológicos de Estado? La vida cotidiana
nos ofrece innumerables ejemplos, que deberán ser estudiados en detalle para ir
más allá de esta simple observación.
Sin embargo, esta última indicación nos pone sobre
la pista para comprender qué es lo que constituye la unidad del conjunto
aparentemente incoherente de los AIE. Si los AIE "funcionan" masiva y
predominantemente a través de la ideología, lo que unifica su diversidad es
precisamente tal funcionamiento, en la medida en que la ideología mediante la
cual funcionan siempre está unificada de hecho, a pesar de su diversidad y de
sus contradicciones, en la ideología
dominante, que es la de "la clase dominante". Si convenimos en considerar que, en principio, la “clase
dominante" detenta el poder de Estado (de forma abierta o, con frecuencia,
por medio de alianzas entre clases o fracciones de las mismas), y dispone por
tanto del aparato (represivo) de Estado, podremos admitir que esta misma clase
dominante actúe de forma. directa sobre los aparatos ideológicos de Estado, y
ello en la medida en que, en definitiva, es en ellos donde toma cuerpo la
ideología dominante a través de sus propias contradicciones. Por supuesto, es
muy distinto hacerlo así que actuar mediante leyes y decretos en el aparato
(represivo) de Estado o que "actuar” por intermedio de la ideología
dominante en los aparatos ideológicos de Estado. Esta diferencia deberá
examinarse de forma más detallada, aunque nunca pueda llegar a enmascarar la
realidad de una profunda identidad. Que sepamos, ninguna clase puede detentar de forma duradera el poder de Estado sin
ejercer al mismo tiempo su hegemonía sobre y en los aparatos ideológicos de
Estado. Me bastará con un solo ejemplo para probarlo: la intensa
preocupación de Lenin por revolucionar el AIE escolar (ente otros) a fin de
permitir que el proletariado soviético, que se había hecho con el poder de
Estado, se asegurara, ni más ni menos, el porvenir de su dictadura y el paso al
socialismo.
Esta última observación nos pone en condiciones de
comprender que los aparatos ideológicos de Estado pueden ser no sólo lo que está en juego, sino también el escenario de la lucha de clases, y a
menudo bajo formas encarnizadas. La clase (o alianza de clases) en el poder no
impone tan fácilmente su voluntad en los AIE como en el aparato (represivo) de
Estado, no sólo porque las antiguas clases dominantes pueden conservar en ellos
poderosos reductos durante mucho tiempo, sino también porque la resistencia de
las clases explotadas puede encontrar en su seno los medios y ocasiones para
hacer oír su voz, sea utilizando sus contradicciones o conquistando por la
fuerza posiciones de combate en ellos.[1]
Resumamos lo expuesto hasta aquí.
Si la tesis propuesta no carece de fundamento,
estamos obligados a resumir, aunque precisándola en uno de sus puntos, la
teoría marxista clásica del Estado. Diremos que hay que distinguir entre el
poder de Estado (y su detentación por ...) y el aparato de Estado. Y añadiremos
que el aparato de Estado comprende dos cuerpos, el de las instituciones que prefiguran
el aparato represivo de Estado y el de aquellas que representan el conjunto de
los aparatos ideológicos de Estado.
Pero dando por válido este análisis, no podemos por
menos que plantearnos la siguiente pregunta, incluso en el estado actual, muy
precario, de nuestras investigaciones: ¿cuál es exactamente el alcance de la
función desempeñada por los aparatos ideológicos de Estado? ¿Cuál puede ser, en
realidad, el fundamento de su importancia? En otros términos, ¿cuál es la
“función” de estos aparatos ideológicos de Estado, que no funcionan a través de
la represión sino mediante la ideología?
BIBLIOGRAFÍA
CID...ANTOLOGÍA 2o. (2012)
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